En un tenso ambiente en la región, ocho soldados israelíes han caído y otros tantos han resultado gravemente heridos en los primeros combates de una operación terrestre que Israel considera como «incursiones limitadas». La escalada se da en un contexto de venganza por parte de Hizbulá, que busca retaliación tras el asesinato de su líder, Hasan Nasralá. Los enfrentamientos han utilizado desde misiles antitanque hasta emboscadas en zonas como Odaisseh, donde la milicia libanesa ha atacado a fuerzas israelíes infiltrándose en su territorio. Según las Fuerzas de Defensa de Israel, las tropas han sufrido bajas debido a la ofensiva con misiles antitanque y fuego de mortero.
La respuesta israelí incluye una incursión terrestre destinada a explotar los recientes daños a la estructura de Hizbulá, complementados por bombardeos a su arsenal. Las operaciones israelíes de esta semana han revelado y desmantelado capacidades militares y túneles utilizados por Hizbulá, buscando prevenir un posible plan de invasión hacia el norte de Israel. Expertos apuntan a que el grupo chií debe demostrar una capacidad disuasoria significativa, mientras enfrenta una posible radicalización debido a las pérdidas en su liderazgo, cuestionando cuál será su estrategia a largo plazo frente a una infraestructura militar israelí cada vez más agresiva.
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