En un tenso escenario de escalada de violencia en Medio Oriente, un ataque con drones lanzado desde Líbano tuvo como objetivo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lo que ha encendido alertas en la región. La agresión, que se atribuye a Hezbolá, fue denunciada como un intento de asesinato que involucra a Irán, según fuentes oficiales israelíes. Los drones fueron dirigidos hacia la costa mediterránea, impactando en Cesárea, donde Netanyahu tiene una residencia privada. Aunque no se registraron heridos, la respuesta de Israel no se hizo esperar, ya que su aviación bombardeó los suburbios de Beirut en una contraofensiva. La situación sigue agravándose con decenas de misiles lanzados por Hezbolá hacia diversas zonas israelíes, dejando víctimas mortales y aumentando las tensiones ya existentes entre ambos países.
En paralelo, la ofensiva israelí en Gaza continúa intensificándose tras el anuncio del asesinato del líder de Hamás, Yahia Sinwar. Los ataques por tierra y aire se concentran en la zona norte de la Franja, siendo los campos de refugiados los más afectados. El balance es devastador: decenas de muertos y miles de desplazados que huyen de la violencia y la escasez de recursos básicos. Los bombardeos también han impactado hospitales, como el Indonesio, afectando la atención médica crítica de los heridos. En este contexto, la comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de la situación humanitaria y la falta de soluciones efectivas para frenar la violencia en una región históricamente conflictiva y ahora al borde de una guerra de mayores proporciones.
Leer noticia completa en El Pais.