En España, las reuniones entre amigos frecuentemente giran en torno a la comida y la bebida, siendo habitual quedar para compartir una cerveza o una copa de vino. Mientras que este consumo moderado puede considerarse aceptable, su interacción con ciertos medicamentos puede ser problemática, especialmente en el caso de los tratamientos contra la ansiedad. Esto se debe a que mezclar alcohol con benzodiacepinas, medicamentos comúnmente utilizados para tratar la ansiedad, puede tener efectos adversos significativos, ya que ambos actúan como depresores del sistema nervioso central.
Los expertos advierten que esta combinación puede intensificar la depresión del sistema nervioso, aumentando el riesgo de complicaciones graves, como la disminución de la función cognitiva y motora, lo que puede llevar a accidentes o incluso a situaciones de gravedad extrema. Además, puede afectar la eficacia de otros medicamentos e incluso desencadenar reacciones tóxicas en el organismo. Por lo tanto, se recomienda evitar no solo el consumo habitual de alcohol, sino también el uso esporádico en conjuntamente con estos tratamientos, para asegurar la salud y el bienestar de los pacientes.
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