El ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó una sorpresiva aparición en un McDonald’s en Feasterville-Trevose, Pensilvania, el pasado domingo, donde, vestido con un delantal de la reconocida cadena de comida rápida, preparó y sirvió patatas fritas a los clientes del autoservicio. Esta inusual actividad del también candidato republicano fue interpretada como un acto de burla hacia la candidata demócrata Kamala Harris, quien afirma haber trabajado en McDonald’s durante su época universitaria, aunque esta afirmación ha sido puesta en duda por Trump y otros republicanos debido a la falta de registros que lo confirmen. La visita de Trump a Pensilvania, un estado crucial y disputado, coincide con su ventaja sobre Harris en las encuestas locales. Acompañado por el propietario de la franquicia, Derek Giacomantonio, Trump interactuó con empleados y clientes, en un intento de acercarse al electorado de clase media, un grupo donde según los sondeos lleva ventaja sobre su oponente.
En tanto, Kamala Harris, firme en su relato sobre su experiencia laboral en McDonald’s mientras estudiaba en la Universidad Howard de Washington, ha utilizado esta narrativa para empatizar con los votantes de clase media, un segmento clave en la próxima contienda electoral. La controversia sobre su primer empleo ha sido alimentada por la falta de testimonios que respalden su declaración, aunque algunas personas cercanas a Harris insisten en que ella efectivamente trabajó en la cadena de comida rápida. Mientras tanto, Trump no ha dejado pasar la oportunidad para enfatizar su ventaja en el sistema de Colegio Electoral, donde se estima que de celebrarse las elecciones hoy, tendría una ventaja significativa sobre Harris. La jornada de Trump en Pensilvania cerró con su asistencia al partido de la NFL entre los New York Jets y los Pittsburgh Steelers, en un esfuerzo continuo por capturar la atención y el voto del público estadounidense.
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