A 37 días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Kamala Harris, candidata demócrata a la Casa Blanca, se mantiene ligeramente por delante del expresidente Donald Trump, con un 49,1% de la intención de voto frente al 47,1% de Trump, según la media de las encuestas. Sin embargo, la estructura del sistema electoral estadounidense, que otorga todos los votos electorales de un estado al ganador del voto popular en ese estado, favorece a los republicanos, y los demócratas temen que, como en 2016, una victoria en el voto popular no se traduzca en una victoria electoral. Especialmente preocupantes son las encuestas en los llamados estados campo de batalla como Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Wisconsin y Michigan, donde Trump tiene una ligera ventaja.
La clave en estas elecciones parece ser el estado de Pensilvania, donde la contienda está muy reñida según las últimas encuestas. Trump lidera en nueve de los diez temas de campaña más importantes para los votantes, incluyendo la economía, y tiene asegurados estados como Florida, Ohio y Texas, dándole una posición sólida en el colegio electoral. Por su parte, Harris necesita ganar en los tradicionales feudos demócratas, Michigan, Wisconsin y Pensilvania, pero las encuestas muestran que estos estados son ahora sumamente competidos. A pesar de liderar en varios de estos estados, los demócratas reconocen en privado que pueden enfrentarse a una derrota en Pensilvania, un estado decisivo que fue clave en las elecciones anteriores.
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