En España, el consumo de carne fresca alcanza los 29,6 kilos anuales por persona, con el pollo y el cerdo como las proteínas animales más populares. Este dato resalta el fuerte arraigo de la proteína animal en la dieta española, pese a las crecientes advertencias sobre los riesgos de un consumo excesivo. Organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las autoridades sanitarias nacionales han reiterado la importancia de dar un mayor protagonismo a los alimentos de origen vegetal, sugiriendo que las calorías diarias deben provenir, en su mayoría, de carbohidratos como legumbres y cereales integrales, mientras se limita la ingesta de grasas trans, azúcares libres y sodio. La advertencia deja poco margen para los alimentos de origen animal procesados, que son conocidos por su alto contenido en estos componentes.
Las investigaciones más recientes sugieren que un elevado consumo de proteínas animales, especialmente de carne roja procesada, puede acortar la vida. Expertos señalan su vinculación directa con enfermedades como las cardíacas, el cáncer, y la diabetes, incrementando el riesgo hasta cuatro veces. La OMS, además, recomienda un consumo diario de al menos 400 gramos de frutas y verduras para adultos y mayores de 10 años, destacando que los alimentos de origen vegetal como frijoles, legumbres, frutos secos, semillas y cereales integrales, no solo reemplazan adecuadamente a la carne en términos de valor nutricional, sino que también ofrecen beneficios adicionales al ser bajos en grasas saturadas y colesterol, y ricos en fibra, lo que se asocia a un menor riesgo de diversas enfermedades.
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