La transición hacia los vehículos eléctricos ha transformado significativamente el panorama de la automoción, desde la forma de conducir hasta el mantenimiento de los automóviles. La tecnología de los coches eléctricos difiere considerablemente de los vehículos de combustión, requiriendo un enfoque especializado en su mantenimiento. Una de las principales ventajas de los automóviles eléctricos es la notable reducción en el costo de mantenimiento, disminuyendo el gasto medio de reparación en un 28% en comparación con los vehículos de gasolina o diésel. Aunque la inversión inicial en un coche eléctrico puede ser superior, este costo se está ajustando a medida que aumenta la demanda, mejora la tecnología de recarga y se fortalecen las políticas medioambientales, como las Zonas de Bajas Emisiones.
Dentro de los componentes esenciales de un vehículo eléctrico, la batería ocupa un lugar central y su estado debe ser vigilado de cerca. Empresas como Euromaster han implementado acuerdos para certificar su condición con diagnósticos rápidos y precisos. Además, los sistemas de ventilación y refrigeración, así como el estado de los neumáticos y los frenos, requieren atención particular debido a las características específicas de estos vehículos. Los neumáticos, por ejemplo, deben ser más resistentes al desgaste por el peso del vehículo, y los frenos tradicionales tienen un menor uso debido a la presencia de la frenada regenerativa. Aspectos como las suspensiones y el cableado de alta tensión demandan un mantenimiento regular para garantizar la seguridad y el rendimiento óptimo del vehículo, aconsejándose revisiones anuales para prevenir problemas estructurales y asegurar su funcionamiento eficiente.
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