Los profesionales autónomos, conscientes de la necesidad de mantener su fiscalidad al día, enfrentan una serie de desafíos al navegar por el complejo mundo de los impuestos. Con la proliferación de herramientas digitales destinadas a controlar la tributación de los trabajadores por cuenta propia y frenar la economía sumergida, los errores fiscales no han disminuido, y la vigilancia de la administración solo se ha intensificado.
Con la implementación del Real Decreto 1011/2023, los autónomos deben realizar todas las gestiones con la inspección de trabajo de manera telemática, lo cual ha simplificado el proceso, pero también ha facilitado el camino para la imposición de sanciones. Sin embargo, algunas prácticas comunes han persistido, manifestándose en errores que pueden provocar desde simples comprobaciones hasta inspecciones más exhaustivas.
Uno de los errores más frecuentes es no mantener actualizado el censo. La declaración censal, que informa a la Agencia Tributaria de todos los datos fiscales del autónomo, debe actualizarse con cualquier modificación, cese de actividad o solicitud de NIF-IVA. Incumplir con esta actualización puede generar dudas y desencadenar inspecciones.
La correcta presentación de las autoliquidaciones también es crucial. La falta de asesoramiento fiscal puede llevar a equívocos, como asumir que una declaración de impuestos negativa no necesita ser presentada. Este error común puede resultar en sanciones si la declaración se realiza fuera de plazo, independientemente de su resultado.
Los descuadres en las declaraciones trimestrales o en los libros de registro son otro foco de atención por parte de Hacienda. Tales discrepancias, especialmente en pagos a cuenta o declaraciones de IVA, alertan a la administración y pueden derivar en investigaciones. Además, estas incongruencias pueden señalar actividades irregulares, especialmente si los movimientos no coinciden con los registros contables.
Otro aspecto que puede levantar sospechas es mantener una alta tasa de gastos a pesar de reportar disminuciones en los ingresos. Las declaraciones de IVA negativas son comunes en negocios con fluctuaciones, pero los inspectores pueden identificar la falta de movimientos bancarios o gastos constantes como indicios de operaciones no declaradas o en efectivo.
De igual importancia es la correcta deducción de amortizaciones. Un error reiterado es deducir cantidades mayores a las permitidas por el desgaste de los bienes, lo cual Hacienda vigila de cerca. Este tipo de deducciones incorrectas puede derivar en sanciones financieras significativas.
La práctica de declarar solo una parte de las ventas en efectivo es riesgosa, dado que Hacienda puede identificar movimientos sospechosos analizando los cobros en efectivo y por tarjeta. La deducción de gastos no relacionados con la actividad económica del autónomo, destinada a reducir el IVA a pagar, es otra estrategia errónea que frecuentemente culmina en devoluciones excesivas y en un escrutinio fiscal mayor.
La prevención de estos errores no solo evita sanciones, sino que también facilita la gestión del negocio y mejora la reputación fiscal del autónomo. Con un entorno donde la fiscalización es cada vez más detallada y digital, mantenerse bien informado y contar con asesoramiento especializado se convierte en una necesidad imperativa para todo trabajador por cuenta propia.