El mundo del surf está lleno de desafíos más allá de las grandes olas que se buscan en destinos como Nazaré, Mavericks o Jaws. Los surfistas, siempre en busca de la ola perfecta, enfrentan un obstáculo inesperado: el transporte aéreo. Con tarifas que varían según la aerolínea y el destino, llevar las tablas puede costar entre 50 y 300 euros, y no siempre garantiza que lleguen intactas. Nicolás García López, surfista cántabro, comparte su estrategia de protección, utilizando cartón y gomaespuma para salvaguardar las partes más frágiles de sus tablas. Así, surfistas de todos los rincones del mundo recorren aeropuertos con un único objetivo: alcanzar aquella ola soñada en remotos puntos del planeta.
El prestigioso surfista Garrett McNamara ha enfrentado este reto diseñando un portatablas con ruedas, facilitando el transporte y minimizando el riesgo de daños. Su relación con Nazaré, una localidad portuguesa famosa por sus imponentes olas, es emblemática. Desde que surfeó por primera vez estas gigantes, McNamara se convirtió en embajador del lugar, promoviendo su matiz espectacular. La comunidad local vive al ritmo de estas olas de montaña, que también atraen a figuras como Justine Dupont y Andrew Cotton. Mientras tanto, los surfistas rezan para que sus tablas lleguen seguras a cada aventura, en una constante danza entre el desafío del océano y la logística del viaje.
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