En una jornada electoral histórica en el Reino Unido, millones de ciudadanos han votado para elegir al próximo dirigente del país. Keir Starmer, líder del Partido Laborista, apunta a convertirse en primer ministro al desplazar a la izquierda dura y enfocar su campaña en la «creación de riqueza» y «estabilidad económica». Las encuestas pronostican una victoria laborista que pondría fin a 14 años de dominio conservador. El actual primer ministro, Rishi Sunak, apostó por adelantar las elecciones, pero su partido pierde apoyo debido a la insatisfacción pública con la economía y los servicios públicos. La derrota sería un duro golpe para los conservadores, que incluso ven amenazado el escaño de Sunak. Algunos distritos tradicionalmente conservadores están cambiando de manos, con Reform UK ganando terreno. La figura de Nigel Farage emerge como un posible realineador de la derecha británica.
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