Guatemala enfrentó una situación crítica cuando pandillas se amotinaron en dos cárceles, tomando como rehenes a seis guardias penitenciarios y un director. Los incidentes se registraron en la Prisión Preventiva de la Zona 18 y el Centro de Detención de Fraijanes II. Según informes, las revueltas comenzaron de manera coordinada, generando tensión y obligando a las autoridades a reforzar la seguridad perimetral. La policía y autoridades penitenciarias han establecido negociaciones para liberar a los rehenes y controlar la situación, mientras los familiares de los detenidos se mostraban preocupados en los exteriores de los centros penitenciarios.
Las revueltas representan un desafío significativo para el sistema penitenciario guatemalteco, conocido por sus condiciones de hacinamiento y las influencias de las pandillas. A lo largo del día, las autoridades trabajaron para retomar el control, desplegando unidades especiales en un intento por evitar un desenlace violento. La situación no solo destaca la fragilidad del sistema carcelario del país, sino también la creciente influencia de grupos criminales que operan desde dentro de las prisiones. La comunidad internacional ha manifestado su preocupación, instando al gobierno a tomar medidas efectivas para prevenir futuras crisis.
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