En un sombrío episodio de violencia que sigue marcando la escena musical mexicana, una hielera con una cabeza humana cercenada fue encontrada en la carretera Tijuana-Rosarito, Baja California, acompañada de una manta amenazante dirigida al popular Grupo Firme. La advertencia, vinculada al crimen organizado, instaba a la banda a no presentarse en el Festival de Mazatlán, en Sinaloa, bajo amenaza de «matar a todos» si actuaban el 1 de marzo. Ante la gravedad del mensaje, la banda, que goza de gran popularidad tanto dentro como fuera de México, decidió cancelar su participación, no obstante las garantías de seguridad ofrecidas por el secretario general de Estado, Feliciano Castro. El evento, que también esperaba presentaciones de artistas de renombre como Plácido Domingo y Alejandro Sanz, se ve ahora sumido en la incertidumbre por otras cancelaciones como las de Jorge Medina y Josi Cuen, quienes también desistieron ante las condiciones de inseguridad.
Este tipo de amenazas no es un fenómeno aislado en México. Artistas como Peso Pluma y Natanael Cano han enfrentado situaciones similares, obligados a cancelar presentaciones por intimidaciones del crimen organizado. Estos hechos ocurren en un contexto de creciente violencia en Sinaloa, exacerbada desde la captura de Ismael «El Mayo» Zambada en julio de 2024, desencadenando una guerra interna dentro del Cártel de Sinaloa. La situación se complica aún más con la reciente detención de Joaquín Guzmán López, hijo de «El Chapo», lo que ha intensificado los conflictos internos. La tensión se eleva con asesinatos políticos y traiciones, en un estado que se convierte en escenario de operaciones mafiosas y ajustes de cuentas, reflejando la complejidad y peligrosidad que el crimen organizado representa, incluso para el mundo del entretenimiento.
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