En Alemania, el gobierno liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz se ha fracturado tras la destitución de cuatro ministros liberales, lo que señala el fin de la «coalición semáforo» formada por socialdemócratas, liberales y verdes. Esta decisión se produce en un momento crítico, con elecciones previstas para septiembre de 2025 y en medio de un panorama internacional incierto con la posible reelección de Donald Trump en EE.UU. La ruptura se precipitó tras desacuerdos sobre políticas fiscales, en particular el riguroso límite de deuda defendido por el ministro de Finanzas liberal, Christian Lindner. Mientras Scholz pretende garantizar estabilidad en un cambiante contexto global, su movimiento también se percibe como una estrategia para posicionarse en las próximas elecciones, quizás buscando una «gran coalición» con la Unión (CDU/CSU) liderada por Friedrich Merz.
La batalla política interna se intensifica con el adelanto electoral como el siguiente paso clave. Scholz contempla una moción de confianza para enero de 2025, mientras que Merz aboga por acelerarla. En este contexto, las encuestas sugieren que la CDU/CSU podría ser la fuerza dominante en nuevos comicios, complicando el panorama para los socialdemócratas y liberales. Además, se anticipa que la ultraderechista AfD ganará terreno, lo que podría complicar la formación de un gobierno de consenso. En términos europeos, la intervención de Scholz y Merz podría desempeñar un papel crucial en la relación con Washington, particularmente en políticas hacia Rusia y Ucrania. El presidente federal, Franz-Walter Steinmeier, ha instado a los partidos a manejar esta crisis con responsabilidad, destacando que, a pesar de la agitación interna, no se trata de una situación insuperable para Alemania.
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