El Ayuntamiento de Madrid, encabezado por el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, junto al concejal delegado de Limpieza y Zonas Verdes, José Antonio Martínez Páramo, y la concejala de Tetuán, Paula Gómez-Angulo, ha tomado una decidida acción para enfrentar el problema de los grafitis en la ciudad. La reciente iniciativa, que busca conmutar multas impuestas a grafiteros a cambio de trabajos de limpieza, ha comenzado a dar frutos en la plaza de Juan Muñoz.
Esta estrategia, nacida tras la modificación del protocolo ambiental en diciembre pasado, permite que aquellos sancionados por realizar grafitis puedan optar por la eliminación de sus propias obras como una forma alternativa a la multa monetaria. Durante los primeros meses de implementación, 33 personas participaron en esta iniciativa, acumulando más de 1.228 horas de trabajo y conmutando un total de 64.100 euros en sanciones.
El perfil de los participantes es diverso, destacando un grupo predominantemente joven y con formación académica variada. Un 61% tiene entre 18 y 29 años, y un notable 33% cuenta con estudios universitarios o de postgrado. Aunque la mayoría son de nacionalidad española, también hubo representantes de Rumanía y Venezuela. El distrito de Moncloa-Aravaca encabezó la lista con mayor número de expedientes, seguido por Latina y Carabanchel.
La ejecución del proyecto sigue estrictas medidas de seguridad, incluyendo la provisión de Equipos de Protección Individual (EPI) y la aplicación cuidadosa de pinturas homologadas para garantizar la eliminación efectiva de los grafitis. Este esfuerzo no solo busca embellecer la ciudad, sino también concienciar a los infractores y fomentar un mayor respeto por los espacios públicos.
Además del nuevo protocolo, el Ayuntamiento ha reforzado sus esfuerzos con la creación de patrullas antigrafitis, parte del Servicio Público de Limpieza Urgente (SELUR). Estas patrullas se han mostrado altamente efectivas, realizando más de 42.000 intervenciones en 2024 y limpiando una superficie que equivale a 40 veces la plaza Mayor.
Este conjunto de medidas refleja un compromiso firme por parte de las autoridades madrileñas para preservar la estética urbana y promover un uso responsable de los espacios públicos, apoyándose en la educación y la sensibilización como herramientas clave para el cambio.