En un controvertido movimiento durante el inicio de su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha ordenado el cambio de nombre del Golfo de México a Golfo de América, además de restituir el nombre de Monte McKinley al pico más alto de América del Norte, antes conocido como Denali por decisión de Barack Obama. Estas acciones, formalizadas el pasado 24 de enero por el Departamento del Interior de EE.UU., responden a la política «America First», que promueve la nacionalización de símbolos y nombres como forma de exaltar el patrimonio y legado estadounidense. En línea con esta directriz, Google confirmó que actualizará sus mapas para reflejar estos cambios, aunque en el caso del Golfo, la modificación será visible solo para usuarios en Estados Unidos, mientras que el resto del mundo verá ambos nombres.
Estas decisiones de Trump han generado tanto apoyo como rechazo, especialmente desde México, donde son vistas como provocativas dada la historia de tensiones bilaterales en temas de inmigración y comercio. Trump defendió la renombrada porción de aguas argumentando que el Golfo de México, un área estratégica en términos de recursos energéticos y turismo para Estados Unidos, está «controlado por cárteles». Esta modificación simbólica subraya la importancia económica del golfo, que contribuye significativamente con petróleo y mariscos al mercado estadounidense. El cambio de nombres refleja una agenda nativista que busca dejar una huella duradera en la geografía simbólica de Norteamérica, incidiendo en la narrativa de poder y dominio que el presidente ha cultivado desde su primer mandato.
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