La nueva directriz emitida a la Autoridad Fiscal busca recalibrar el análisis de las cuentas públicas al excluir las transferencias como parte de los ingresos. Esta modificación pretende ofrecer una visión más clara y realista de la situación económica, eliminando elementos que podrían distorsionar el entendimiento del flujo financiero del Estado. Sin embargo, esta medida se implementa mientras persiste la controversia respecto a la regla de gasto, que sigue en vigor a pesar de las críticas que ha recibido por su rigidez y posibles efectos limitantes sobre el crecimiento económico.
Expertos en el ámbito fiscal han manifestado preocupaciones sobre las implicaciones a largo plazo de mantener la regla de gasto sin adaptaciones significativas. La preocupación principal radica en una potencial restricción en la capacidad del gobierno para aumentar la inversión pública en sectores estratégicos. Sin embargo, el objetivo subyacente de la nueva metodología es asegurar un manejo más preciso y transparente de los recursos del Estado, aunque las discusiones y revisiones sobre la normativa de gasto continúan siendo un tema central en la agenda política y económica del país.
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