A solo media hora de Washington DC, en Potomac, Maryland, se encuentra Glenstone, un museo de arte contemporáneo que desafía las normas tradicionales del arte exhibido. En un entorno que abarca 121 hectáreas de paisajes boscosos, el museo ofrece a los visitantes una experiencia inmersiva donde la interacción y la interpretación personal son fundamentales. Una de las piezas más emblemáticas es una montaña de caramelos del artista Félix González-Torres, que ilustra de manera metafórica la interacción humana y rinde homenaje a su pareja fallecida, quien adoraba estos dulces. Esta obra, al igual que otras en Glenstone, invita a los visitantes a llevarse consigo parte de ella, como metáfora de las relaciones humanas donde las personas se influencian mutuamente.
Glenstone, fundado por la pareja de filántropos Mitchell y Emily Rales, opera bajo el principio de ofrecer el arte de forma gratuita, alentando a quien lo visite a crear sus propias interpretaciones. Dentro de sus pabellones, diseñados por Thomas Phifer, y en las rutas al aire libre, se presentan obras que buscan desafiar y, a menudo, desconcertar. Las guías dicen que la comunicación oral es una herramienta poderosa para apreciar el arte, razón por la cual las obras carecen de carteles explicativos. Con exposiciones que abarcan desde la cultura estadounidense hasta la violencia política, Glenstone presenta piezas icónicas de artistas como Andy Warhol, Pollock, Bruce Nauman y Jeff Koons. Estas obras, cuidadosamente seleccionadas para representar cambios en la percepción del arte desde la Segunda Guerra Mundial, transforman la visita en una experiencia contemplativa y tranquila, a menudo denominada «arte lento», donde el diálogo y la reflexión son tan importantes como las imágenes mismas.
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