En un momento decisivo para el sistema judicial del país, miles de ciudadanos han salido a las calles de las principales ciudades para manifestarse en favor de cambios profundos en la legislación vigente. Estas protestas coinciden con la fase final del juicio de alto perfil que implica a un total de 51 acusados, entre ellos el marido de la víctima, quienes enfrentan cargos por violación. La movilización busca no solo apoyar a la víctima en cuestión, sino también subrayar un creciente descontento con las leyes actuales que, según los manifestantes, no protegen adecuadamente a las mujeres ni aseguran un juicio justo para los afectados. Los organizadores de las protestas sostienen pancartas y corean consignas que demandan una reforma legal urgente y más severas penas para los agresores sexuales.
Mientras el juicio capta la atención nacional e internacional, la presión recae ahora sobre los legisladores y el sistema judicial para considerar estas demandas ciudadanas. Las manifestaciones representan una creciente frustración social hacia las estructuras que muchos consideran obsoletas o ineficaces. Los manifestantes piden que los cambios legales incluyan sanciones más estrictas y un proceso judicial más sensible y eficaz para abordar casos de violencia sexual. En este contexto, la sociedad civil y organizaciones de derechos humanos se han unido para exigir una respuesta gubernamental que refleje la gravedad de la situación, confiando en que el resultado de estas presiones se traduzca en reformas legislativas a corto plazo.
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