El mundo del tenis ha dado un significativo paso hacia una nueva era al alinearse con la corriente de inversiones deportivas provenientes de Arabia Saudita, uniéndose a deportes como el fútbol, el golf y la Fórmula 1 que previamente habían sucumbido al atractivo monetario saudí. Esta colaboración se materializa con la llegada de las WTA Finals a Riad, un evento de gran relevancia en el tenis femenino con un premio de 14 millones de euros a repartir entre las participantes. A cada tenista se le garantiza una retribución de 300,000 euros solo por participar, con la posibilidad de que la ganadora, si mantiene un récord invicto, alcance recompensas superiores a los cuatro millones de euros. Esta incursión en Arabia Saudita es el resultado de una serie de acuerdos comerciales, impulsados por el fondo de inversión público del país (PIF), que anteriormente había sellado su patrocinio tanto con la ATP como con la WTA, marcando un contenido audaz en el progreso del tenis femenino en el circuito global.
Sin embargo, la elección de Arabia Saudita como sede para un evento de esta magnitud ha suscitado reacciones mixtas. Por un lado, figuras del tenis como Aryna Sabalenka y Coco Gauff han mostrado su disposición a participar, subrayando la importancia de expandir el tenis a nivel global y utilizar el deporte como una herramienta para incitar al cambio social. Sabalenka muestra entusiasmo por inspirar a los jóvenes, mientras que Gauff reconoce las controvertidas circunstancias sociales en el país, instando a observar de cerca para valorar un retorno futuro. Garbiñe Muguruza, quien lidera la organización del torneo, destaca el recibimiento positivo y el detallado trabajo realizado para el evento. Aunque el tenis no es un deporte predominante en Arabia Saudita, la llegada de las WTA Finals marca el inicio de un interesante capítulo en un país que aún enfrenta desafíos en materia de derechos humanos, especialmente para las mujeres. Muguruza ve en esta oportunidad un nuevo mercado repleto de posibilidades, guiado por la influencia que los eventos deportivos pueden ejercer en las sociedades en transición.
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