La administración de Donald Trump continúa amenazando con imponer nuevos aranceles sobre los semiconductores bajo la Sección 232, una medida que ha generado expectativas en la industria tecnológica. Sin embargo, las autoridades de Taiwán han minimizado el posible impacto sobre Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el principal fabricante de chips a nivel mundial. De acuerdo con el Consejo Nacional de Desarrollo de Taiwán (NDC), el efecto sería mínimo, ya que apenas el 1% de las ventas directas de TSMC son con entidades estadounidenses.
A pesar de que Estados Unidos es un mercado clave para los chips de TSMC, la mayoría de las transacciones no son directas. Los productos de TSMC se venden principalmente a empresas de diseño como Apple, NVIDIA, AMD y Qualcomm que posteriormente ensamblan sus productos en otros países antes de exportarlos al mercado estadounidense. Esto limita considerablemente cualquier efecto adverso en el balance global de TSMC.
TSMC también ha tomado medidas estratégicas al invertir en suelos estadounidenses. Con la construcción de fábricas en Arizona, la empresa no solo diversifica su capacidad productiva, sino que también se posiciona para negociar exenciones o reducciones en los aranceles. Esta estrategia, alentada por la política de Trump de fomentar la manufactura local, ha llevado a que otras entidades taiwanesas como UMC, Foxconn y Quanta también evalúen la producción en América.
El NDC ha señalado que el 75% de las exportaciones de Taiwán quedarán al margen de las medidas arancelarias. Los sectores más perjudicados serían el acero y el aluminio, productos más vulnerables a la presión industrial de Estados Unidos. En cambio, el impacto sobre TSMC sería marginal en relación a otras industrias, aunque persiste la incertidumbre respecto a las futuras políticas de Washington.
Mientras tanto, la carrera tecnológica global sigue avanzando. Rapidus, un consorcio japonés, está desarrollando una planta para producir chips de 2 nm en 2027, desafiando a TSMC y Samsung Foundry. Este enfoque refleja la creciente tendencia de las grandes potencias a asegurar la producción local de semiconductores en un contexto donde la seguridad del suministro se convierte en un tema geopolítico clave.
En resumen, aunque la política arancelaria de EE. UU. se muestra volátil, TSMC parece encontrarse en una sólida posición para amortiguar cualquier impacto. Su baja exposición directa al mercado estadounidense, sumada a sus inversiones en fábricas locales, refuerzan su liderazgo en la industria global de chips. No obstante, los analistas advierten que las dinámicas pueden cambiar rápidamente, y países como Taiwán, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur seguirán en la disputa por el dominio del futuro del silicio.
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