En Pradera, Valle del Cauca, mientras los colombianos celebraban el triunfo de su selección de fútbol, la violencia sacudió al pequeño municipio con el asesinato del secretario de Gobierno, José Dorién Jiménez. El funcionario fue abatido a tiros en el parque principal mientras veía el partido, en un ataque perpetrado por un sicario que se dio a la fuga tras dejar a dos personas heridas. Este crimen eleva a 114 el número de asesinatos de líderes sociales y políticos en el país durante el año, según la organización Indepaz. Jiménez, conocido por su compromiso con las mejoras territoriales y su pasado como concejal, pertenecía al Partido Conservador.
Las autoridades locales, encabezadas por la gobernadora Dilian Francisca Toro, han ofrecido una recompensa por información que ayude a capturar al responsable. El ataque reaviva las preocupaciones sobre la seguridad en la región, donde operan diferentes grupos armados ilegales y bandas criminales. Se especula que el homicidio puede estar vinculado a las iniciativas de restitución de tierras o al combate al microtráfico en la zona. La Defensoría del Pueblo ya había emitido alertas sobre la posible intensificación de la violencia, señalando a Pradera como un corredor estratégico para estas agrupaciones ilegales. La situación en el Valle del Cauca se ve aún más agravada por eventos recientes, como el atentado terrorista en Cali, que dejó varias víctimas mortales y decenas de heridos.
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