En abril de 2015, el mundo empresarial perdió a una de sus figuras más emblemáticas: François Michelin. Al frente de Michelin, el gigante de los neumáticos, durante más de cincuenta años, su legado va más allá de su liderazgo industrial, marcando un estándar en responsabilidad empresarial, liderazgo y respeto por la dignidad del trabajo humano.
Michelin, conocido por llamar irónicamente a su labor como algo «tan sucio y feo como los neumáticos de caucho», redefinió el sector con innovación y respeto hacia las personas. En su libro «Empresa y responsabilidad», una serie de conversaciones con los periodistas franceses Ivan Levaï e Yves Messarovitch, Michelin no escatima en reflexionar sobre el papel crucial del empresario, la ética laboral y el compromiso social.
La filosofía de Michelin sobre el liderazgo se centra en la escucha y la humildad. Según cuenta en su libro, es fundamental que un líder acepte sus límites y fomente la escucha activa. Michelin sostenía que el verdadero liderazgo no se impone, se construye desde el entendimiento, la confianza y la colaboración con el equipo.
En sus diálogos, también subraya la importancia de dar sentido al trabajo. Para Michelin, una empresa no debe ser una mera fábrica de producción, sino una comunidad donde se desarrollen las capacidades humanas, se valore el esfuerzo y se persigan objetivos compartidos. Defendía la idea de que el rol del empresario podía y debía ser compatible con su fe cristiana, proporcionando una respuesta sencilla y contundente a quienes le cuestionaban al respecto: «¿Y por qué no?».
Bajo su dirección, entre 1955 y 1999, Michelin no solo experimentó una expansión global, sino que también fue pionera en innovación técnica y seguridad vial, siempre con un profundo respeto al medio ambiente. Michelin apostó por el crecimiento a largo plazo y la autonomía de sus trabajadores, priorizando la responsabilidad humana a la par de la económica.
Su liderazgo, caracterizado por la austeridad y la exigencia, descansaba en el diálogo continuo y en el reconocimiento del valor de cada persona dentro de la empresa. Evitaba los discursos motivacionales vacíos, prefiriendo el trabajo bien hecho y el compromiso genuino.
A una década de su fallecimiento, el mensaje de François Michelin sobre el papel social de las empresas sigue resonando con fuerza. Su obra, «Empresa y responsabilidad», no solo ofrece una visión empresarial, sino que se convierte en una guía para líderes actuales que buscan actuar con coherencia y valentía.
Rememorando su vida y obra, se recuerda que incluso en sectores considerados «sucios» como el de los neumáticos, puede encontrarse belleza siempre que el trabajo se realice con dignidad, sentido y respeto hacia los demás.