Cada 12 de octubre, Madrid se convertía en un punto de encuentro para miles de personas que acudían a la celebración del Día de la Hispanidad. Entre las multitudes, destacaban los grupos de jóvenes con largas melenas, conocidos por infundir un aire de festividad alternativa en los alrededores de la ceremonia oficial. Estos asistentes, muchas veces considerados como el alma festiva del evento, llenaban las calles con música y reivindicaciones culturales, ofreciendo una estampa única que complementaba las solemnes ceremonias oficiales protagonizadas por autoridades y cuerpos de seguridad.
El desfile, que transcurre a lo largo del emblemático Paseo de la Castellana, atrae a ciudadanos y turistas por igual, interesándose no solo por el escaparate militar, sino también por la vibrante actividad paralela que se genera. La presencia de los «melenudos» añadía una dimensión extra a la celebración, haciendo del Día de la Hispanidad una experiencia que traspasa lo institucional, reflejando la diversidad cultural y social que caracteriza a la capital española. De este modo, Madrid no solo conmemora la efeméride, sino que se reafirma como un punto de encuentro cultural donde tradición y modernidad coexisten.
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