Francia vuelve a vivir una jornada de protestas masivas, donde centenares de miles de personas se han movilizado en respuesta al plan de recortes presentado por el ex primer ministro, François Bayrou. Aunque Bayrou ha dejado el cargo, el descontento persiste, especialmente por la marginación de la izquierda en las decisiones políticas. Las manifestaciones, que ahora se dirigen al nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, y al presidente Emmanuel Macron, se han desarrollado sin grandes altercados en medio de una fuerte presencia policial con 80,000 agentes desplegados. Hasta el momento, se han reportado 44 detenciones, y sectores críticos como el transporte, educación y sanidad han sido especialmente afectados por la huelga.
El transporte ha sido uno de los servicios más golpeados, con redes urbanas operando al 50% en varias grandes ciudades y sólo tres líneas del metro de París funcionando con normalidad. Además, el servicio ferroviario mantiene el 90% de los trenes de alta velocidad operativos, mientras que la circulación de trenes metropolitanos y regionales se ha reducido significativamente. En cuanto a la educación, un tercio de los docentes se ha sumado a las protestas, exigiendo el abandono del proyecto presupuestario que proponía cortar 44,000 millones de euros del gasto público. Marilyse Léon, líder de la CFDT, ha criticado duramente dichos planes calificándolos de «brutales» e inaceptables, reflejando el malestar laboral que ha llevado al país a movilizarse una vez más.
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