América Latina ha experimentado diferentes etapas de integración, desde las primeras iniciativas voluntaristas de los años 1950 y 1960 hasta el enfoque geopolítico actual, influenciado por la coyuntura internacional. En este contexto, la posibilidad de firmar un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) ha cobrado fuerza debido a la necesidad de diversificación económica y energética de Europa tras la guerra en Ucrania. La reciente vuelta de Donald Trump al poder y su guerra comercial han acelerado este proceso, llevando a negociaciones intensas que culminan en diciembre de 2025. La firma del acuerdo en Montevideo busca ser un hito para ambos bloques, garantizando la cooperación y fortaleciendo el rol de América Latina en el escenario global.
El compromiso del presidente brasileño Lula da Silva ha sido crucial en este proceso, buscando no solo responder a los intereses de la agroindustria brasileña, sino también fortalecer el Mercosur frente a presiones internas. La estrategia se alinea con el objetivo de Brasil de consolidarse como líder regional y anfitrión de la COP30 en 2025. Para la UE, el acuerdo representa una oportunidad de reafirmar su compromiso con el multilateralismo y la integración, enviando una señal clara de unidad política y económica en un momento crítico para el orden internacional. Cualquier retraso en la firma podría tener graves implicaciones para la credibilidad de ambos bloques, subrayando la importancia de una sólida voluntad política para avanzar en este camino.
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