El ambiente en Montjuic fue un hervidero de emociones y tensiones durante el enfrentamiento entre Barcelona y Girona, en medio de una crisis de efectivos y la presión de un clásico a la vuelta de la esquina. El entrenador Hansi Flick, desesperado desde la banda, optó por una medida poco convencional al colocar al central uruguayo Ronald Araujo como delantero, recurriendo a su pasado de goleador. Con Robert Lewandowski y Ferran Torres fuera de combate por lesión, la decisión reflejaba tanto la necesidad imperiosa de una victoria como la escasez de opciones en el equipo azulgrana. A pesar de 27 remates, el Barcelona no conseguía romper el empate, lo que llevó a Flick a un punto de ebullición que culminó en su expulsión tras protestar airadamente contra el árbitro Jesús Gil Manzano.
A tres minutos de finalizar el tiempo añadido, Araujo emergió como el héroe al marcar el gol de la victoria, desatando una celebración fervorosa que levantó los ánimos en el estadio. La expulsión de Flick encendió aún más a la hinchada y dejó al equipo con el reto de afrontar los próximos partidos, incluida una crucial confrontación contra el Real Madrid, sin su entrenador en el banquillo. Pedri, autor del primer gol, señaló falencias en la presión del equipo, mientras que Araujo destacó la importancia de la victoria para recuperar la confianza. La actuación de Araujo, el emocionante final y la controvertida reacción de Flick, quien justificó su gesto como una expresión de emoción, marcan una semana decisiva para un Barcelona que busca consolidar su rendimiento de cara a desafíos inminentes.
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