La preparación de flanes caseros suele asociarse con procesos complicados y largos, pero existen versiones más prácticas y rápidas que ofrecen resultados igualmente satisfactorios. Un ejemplo destacado es el flan de leche condensada, que elimina la necesidad de utilizar horno y huevo, simplificando el procedimiento sin sacrificar el sabor. En cuanto a los ingredientes, este postre solo requiere tres: leche condensada, nata líquida y leche entera, lo que lo hace accesible y fácil de preparar. Además, el uso opcional de caramelo líquido añade un toque especial al flan, bien sea comprado o hecho en casa.
El proceso de preparación del flan de leche condensada es sencillo. Se comienza mezclando la leche condensada con la nata líquida en un cazo a fuego medio, luego se disuelven sobres de cuajada en leche entera para obtener una textura firme. Si no se tiene cuajada, se puede sustituir por maicena, variando ligeramente el procedimiento. La clave está en remover constantemente la mezcla para evitar grumos y asegurarse de que no se queme. Una vez espesa, se vierte en un molde, preferiblemente cubierto con caramelo, y se deja enfriar antes de refrigerarlo por un par de horas. El resultado es un flan suave y cremoso, que puede personalizarse con esencias o ralladuras y es ideal para ocasiones imprevistas.
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