En un movimiento sin precedentes, los jueces han decidido fijar sus propios servicios mínimos, destacando la importancia de su independencia en el ejercicio de sus funciones. En un claro desafío a las limitaciones impuestas, los magistrados buscan garantizar que su labor no se vea comprometida mientras se mantienen firmes en su papel esencial dentro del sistema judicial. Esta acción coincide con la preparación de una concentración conjunta, donde los jueces develarán el lema que unifica sus demandas y su postura: «Sin Estado de Derecho no hay democracia». Este mensaje resalta la preocupación creciente entre los magistrados sobre la erosión de los principios fundamentales que sustentan la justicia y la democracia en el país.
La concentración planeada para mañana marca un punto de inflexión en la relación entre el poder judicial y otros poderes del Estado. Los jueces enfatizan que su protesta no busca únicamente beneficios laborales, sino que está motivada por una defensa más amplia del Estado de Derecho y la separación de poderes. Esta bolda de tensión refleja un malestar profundo dentro de la judicatura, que considera esencial preservar la independencia judicial frente a influencias externas. Mientras los magistrados se preparan para manifestarse, el país observa atentamente, consciente de que estas acciones podrían tener consecuencias significativas para el equilibrio democrático en el futuro.
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