La reciente decisión de Marruecos de unirse a la candidatura tripartita para el Mundial de Fútbol de 2030, junto a España y Portugal, ha generado tensiones en torno a la inclusión del Sáhara Occidental en los mapas presentados. Aunque la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) aceptó el mapa propuesto por Marruecos, que incorpora el Sáhara Occidental como parte de su territorio, la FIFA no reprodujo la cartografía en su informe de evaluación, adhiriéndose al reconocimiento internacional que sitúa al Sáhara Occidental como un territorio no autónomo. Esta postura ha dejado en entredicho el argumento de la RFEF que catalogaba el mapa como «futbolístico y no político», reflejando una postura internacional discordante con los intereses expansionistas de Marruecos.
En tanto, las autoridades marroquíes han buscado capitalizar el protagonismo en esta candidatura, destacando el caso del Gran Estadio Hasán II de Casablanca, cuya valoración por la FIFA iguala a icónicos estadios españoles como el Bernabéu y el Camp Nou, a pesar de no estar aún construido. Esta situación ha originado molestias tanto en España como en Portugal, especialmente ante el lenguaje y la publicidad marroquí que atribuyen el logro del Mundial al liderazgo del rey Mohamed VI. La apropiación del logotipo de la candidatura también ha generado disputas, con Marruecos informalmente proclamando derechos sobre el mismo antes de que se formalizara. Estos movimientos han resaltado la complejidad diplomática y los desafíos que enfrenta esta candidatura tripartita en su intento de organizar el Mundial de Fútbol de 2030.
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