Tomás Rufo perdió la oportunidad de salir por la puerta grande en la Plaza de Las Ventas durante la decimotercera corrida de la Feria de San Isidro, tras fallar con la espada en el sexto toro de la tarde. Aunque logró emocionar al público con una actuación técnicamente limpia y elegante, su desempeño se vio mermado al no finalizar con éxito la suerte suprema, lo que redujo su reconocimiento a una vuelta al ruedo. El sexto toro, catalogado como de «carril», demostró una notable nobleza y movilidad, permitiendo a Rufo desplegar su toreo, que, aunque careció de hondura, fue suficiente para enajenar a los asistentes.
En contraste, el resto del evento estuvo marcado por una corrida de Victoriano del Río que no cumplió con las expectativas de los aficionados. Emilio de Justo no logró conectar plenamente con ninguno de sus oponentes, pese a mostrar cierta mejoría en su segundo toro. Por su parte, Roca Rey lidió con ejemplares que ofrecieron poco juego, enfrentando dificultades especialmente con un quinto toro inválido. A pesar de las variaciones en el comportamiento del ganado, cada torero intentó sacar lo mejor de sus faenas, aunque sin el eco deseado en el coso madrileño, que registró un lleno absoluto.
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