En la vigésima corrida de la Feria de San Isidro, los toros de la ganadería Los Espartales se convirtieron en protagonistas inesperados en Las Ventas al demostrar habilidades poco comunes para el rejoneo y más propias de una competición de salto de altura. De los seis ejemplares, tres lograron salvar las tablas, destacando especialmente el sexto toro, apodado «Malacara», que realizó una sorprendente hazaña al saltar al callejón en dos ocasiones, incluso después de recibir rejones de castigo. Esta habilidad dejó a los asistentes boquiabiertos y en alerta, dado que los saltos inesperados provocaron momentos de tensión entre el público y los operarios de la plaza. Mientras la habilidad saltarina fue aclamada, el evento también expuso un problema para el ganadero, ya que los toros carecieron del encaste y fuerza esperados para un espectáculo de rejoneo.
En el ruedo, el rejoneador Diego Ventura, convaleciente por una fractura en su pie izquierdo, no logró alcanzar su habitual brillantez, aunque se mostró competente. Fallos en su técnica y su evidente incomodidad física sacaron a relucir un Ventura menos dominante de lo habitual. A su lado, los jóvenes Sebastián Fernández y Duarte Fernandes tuvieron actuaciones destacadas pero sin el resultado esperado. Fernández, que confirmó su alternativa, mostró oficio en sus suertes aunque falló en la colocación del rejón de muerte. Fernández, a su vez, exhibió destreza, aunque la impulsividad propia de su juventud le jugó malas pasadas, culminando con un incidente en el que su caballo «Ilusión» fue herido. Con un lleno total de 22,964 espectadores, el evento demostró la capacidad de atracción del espectáculo, pese a las críticas por la actuación de los toros, marcando un nuevo hito de entradas agotadas en la temporada.
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