Manuela Carmena ha vuelto a la política institucional rodeada de figuras vinculadas a movimientos sociales y vecinales, destacando la inclusión de líderes emergentes que han marcado la agenda local. Uno de los fichajes más relevantes es el de un activista conocido por encabezar una revuelta vecinal en contra de la gestión de la concejala Rommy Arce. Esta incorporación refleja el enfoque que Carmena busca para su equipo: apostar por personas con un compromiso probado con su comunidad y con la capacidad de movilizar a la población ante problemáticas sociales.
La elección de este líder vecinal surge como respuesta a una de las manifestaciones más notables durante el período de Arce, evidenciando el descontento vecinal y la demanda de un cambio en la administración local. Carmena, al integrar a este activista en su proyecto político, enfatiza su estrategia de conectar directamente con las inquietudes ciudadanas y de respaldar aquellos movimientos que buscan una representación más cercana y efectiva en las instituciones. Esta decisión también destaca por su simbolismo, al convertir la voz de la protesta en una herramienta política institucionalizada.
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