Los felinos híbridos, resultado del cruce entre gatos domésticos y especies salvajes, han ganado popularidad por su atractivo estético y singularidad. Sin embargo, la mayoría de estas hibridaciones son el producto de programas de cría controlados por humanos, cuyo principal objetivo es crear ejemplares visualmente atractivos. Aunque algunos pueden surgir por hibridaciones naturales, esto es raro y no conduce a poblaciones sostenibles. Entre los híbridos más conocidos, destaca el gato bengalí, que ha inspirado la creación de otras razas, aunque la cría de estos animales plantea riesgos genéticos significativos que afectan su salud y bienestar.
El creciente interés y comercialización de estos híbridos han desencadenado un debate ético sobre su cría. Muchos gatos de primera y segunda generación enfrentan problemas de salud y dificultades para socializar, con un alto porcentaje que termina abandonado. A medida que se avanza hacia generaciones posteriores, como la quinta, la viabilidad y el bienestar de estas razas tienden a mejorar, pero aún existen numerosos desafíos en la reproducción, como diferencias en el número de cromosomas entre especies, lo que puede resultar en infertilidad y otros problemas de salud. Así, la hibridación de felinos se convierte en un campo complejo que requiere un enfoque cuidadoso para asegurar el futuro de estas razas.
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