En un contexto político marcado por los escándalos, el presidente decidió evadir preguntas directas sobre las acusaciones que han salpicado a su administración en los últimos meses. Durante la sesión parlamentaria, eludió responder sobre temas específicos de corrupción que involucran a altos cargos de su gobierno. En lugar de afrontar las peticiones de transparencia, optó por atacar al líder del Partido Popular (PP), quien ha sido un crítico feroz de su gestión. Según el mandatario, el líder del PP sufre de lo que denominó «síndrome del espejo», insinuando que el opositor solo proyecta sus propias faltas cuando señala actos de corrupción.
Este cruce de acusaciones se enmarca en un creciente clima de tensión a medida que se acercan las elecciones generales. El líder del PP ha aumentado la presión sobre el gobierno, demandando explicaciones claras y medidas concretas para combatir la corrupción. Ante estas acusaciones, el presidente ha recurrido a una estrategia defensiva, trasladando el foco hacia su principal rival político y acusándolo de hipocresía. Esta táctica ha generado opiniones divididas entre los analistas, quienes cuestionan si eludir la rendición de cuentas reforzará o debilitará la posición del presidente de cara a los comicios.
Leer noticia completa en El Mundo.