Ricard Lobo Gil, una figura clave en la historia reciente de Cataluña, falleció a los 88 años, dejando un legado de lucha por la justicia y la libertad. Nacido en Barcelona en 1936, Lobo dedicó gran parte de su vida al servicio público y la transformación social en Cataluña. Como monje de Montserrat, ejerció de secretario para el abad Aureli Maria Escarré y, posteriormente, dejó la vida eclesiástica y se integró plenamente en la vida civil. Participó activamente en la instauración de la Assemblea de Catalunya en 1971, un movimiento crucial durante la Transición, y fue detenido en 1973 en el conocido episodio de la «caída de los 113», aunque no fue recluido debido a su condición de monje benedictino. Su contribución no se limitó al ámbito religioso y político; también destacó como el primer director del Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC), donde sirvió durante 27 años.
Lobo poseía una sólida formación académica que le permitió influir notablemente en la esfera cultural y cívica catalana, siendo doctor en Teología y licenciado en Filosofía, Letras y Derecho. Su compromiso cívico se reflejó en su participación en iniciativas como el Llamamiento a la Solidaridad y el Club Arnau de Vilanova, además de su apoyo a la creación de la ANC en 2011. Fue galardonado con la Medalla President Macià en 2005 y el premio Serra i Moret de Civismo en 2007, reconociendo así sus aportes a la sociedad catalana. Diversas personalidades políticas, como Pere Aragonès, Laura Borràs y Jordi Sánchez, han rendido homenaje a Lobo en las redes sociales, destacando su incansable lucha por un país más justo y libre. Lobo deja tras de sí un legado de compromiso y dedicación por la causa pública y la emancipación de Cataluña.
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