Violeta Chamorro hizo historia al convertirse en la primera mujer presidenta de Latinoamérica tras ganar las elecciones de Nicaragua en 1990. En un contexto de tensión política y económica, Chamorro se presentó como la candidata de la Unión Nacional Opositora (UNO) y logró vencer al entonces presidente Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Su victoria marcó el fin del régimen sandinista y dio inicio a un período de reconciliación y paz en el país centroamericano, que había estado sumido en una prolongada guerra civil.
Durante su mandato, que se extendió de 1990 a 1997, Chamorro enfrentó el desafío de reactivar una economía debilitada y sanar las profundas divisiones sociales que la guerra había exacerbado. A pesar de las dificultades, su administración es recordada por los esfuerzos en la pacificación del país, promoviendo la desmovilización de los combatientes y el regreso a la democracia. Su liderazgo estableció un precedente en la política latinoamericana, siendo la imagen de una transición pacífica y un puente entre décadas de conflicto y un futuro esperanzador.
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