Humberto Ortega Saavedra, exguerrillero y figura clave del sandinismo, falleció el 30 de septiembre en Managua a los 77 años de edad, bajo el cautiverio de su hermano, el presidente Daniel Ortega, y su cuñada, Rosario Murillo. A lo largo de su vida, protagonizó dos grandes operaciones militares que fracasaron, quedando herido de gravedad en una de ellas y perdiendo la movilidad de sus manos. A raíz de sus heridas, se convirtió en un estratega insurreccional y jefe del Ejército Popular Sandinista, desempeñando un papel fundamental en la profesionalización de las fuerzas armadas nicaragüenses en los años noventa. Ortega, quien mantuvo una tensa relación con su cuñada, criticó abiertamente el plan de sucesión dinástica fomentado por la pareja presidencial, lo que provocó su arresto domiciliario y aislamiento hasta su deterioro y eventual muerte.
La casa por cárcel de facto impuesta por Daniel Ortega y Rosario Murillo aceleró el declive de Humberto Ortega, quien fue ingresado al Hospital Militar de Managua por complicaciones cardíacas y sepsis. La represión estatal no cesó, y tras una última entrevista en la que criticó el régimen de su hermano y la falta de sucesores legítimos, fue cercado y dejado sin atención médica adecuada, lo que resultó en su fallecimiento. Humberto Ortega no es el primer sandinista histórico que muere bajo estas condiciones; Hugo Torres Jiménez también colapsó en prisión debido a similares negligencias. La muerte de Humberto, un hombre que pasó de guerrillero a estratega militar y empresario, deja una herida abierta en la historia nicaragüense y subraya la implacable persecución del régimen Ortega-Murillo contra voces críticas, incluso dentro de su propia familia.
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