Béla Károlyi y su esposa, Martha, fueron dos figuras emblemáticas en el mundo de la gimnasia, construyendo un legado en el entrenamiento de élite tanto en Rumania como en Estados Unidos. Con un enfoque riguroso y meticuloso, guiaron a atletas de la talla de Nadia Comaneci, la prodigiosa gimnasta rumana que asombró al mundo con su rutina perfecta en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Comaneci, bajo la tutela de los Károlyi, se convirtió en la primera gimnasta en obtener un 10 perfecto, un logro sin precedentes en la historia de los Juegos Olímpicos. Este hito no solo cimentó la reputación de Comaneci sino también la de los Károlyi como entrenadores visionarios capaces de identificar y cultivar el talento excepcional.
La pareja trasladó su experiencia a Estados Unidos, donde contribuyeron significativamente al desarrollo de la gimnasia femenina a nivel mundial. Entre sus mayores logros en suelo americano se encuentra el entrenamiento de Mary Lou Retton, quien en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 alcanzó la gloria al convertirse en la primera mujer estadounidense en ganar la medalla de oro en el concurso completo de gimnasia. Los Károlyi eran conocidos por su método exigente y su habilidad para transformar promesas en campeonas, colocándose como pilares fundamentales en el éxito de la gimnasia en los países donde trabajaron. Su influencia en el deporte ha dejado una huella duradera y continúa siendo estudiada y debatida en los círculos de gimnasia competitiva en todo el mundo.
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