En un movimiento que podría redefinir el equilibrio de poder en el Medio Oriente, Hamás ha aceptado un acuerdo de alto el fuego con Israel, después de un año de arduas negociaciones. Este histórico pacto, impulsado por la presión internacional y un cambio de postura en el gobierno israelí, inicia con la «Operación Alas de Libertad» centrada en el intercambio de rehenes y la apertura de un diálogo para decidir el futuro gobernante de la Franja de Gaza. La primicia viene acompañada del compromiso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, bajo la fuerte influencia del expresidente estadounidense Donald Trump, cuya intervención fue clave para desbloquear la negociación. En esta primera fase, que se prolongará por 42 días, ambas partes retomarán las conversaciones indirectas tras el día 16 para abordar temas más críticos como el liderazgo regional.
El ambiente político que precede este acuerdo es el resultado de cambios drásticos en la dinámica internacional y regional. La presión de Trump ha sido señalada como el catalizador del cambio, imponiendo sobre Netanyahu una decisión crucial para el futuro de su coalición gubernamental. A medida que Hamás se rearma y la situación socioeconómica dentro de Israel se desestabiliza, el gobierno se ve empujado a adoptar concesiones históricas, incluyendo una potencial retirada de Gaza y la liberación de presos palestinos. En este contexto, se han sucedido otros desarrollos significativos en la región, como la reducción del poder de Hizbulá y la caída del régimen sirio de Bashar Asad, configurando un efecto dominó que ha debilitado la influencia iraní en el área. La comunidad internacional contempla con cautela estos eventos, conscientes de que la paz es solo tan sólida como las decisiones futuras que se tomarán en una región históricamente volátil.
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