La crisis migratoria continúa escalando en la isla italiana de Lampedusa, donde en los últimos días han arribado cerca de 8.500 inmigrantes. Esta nueva oleada de personas procedentes de África y Oriente Medio ha puesto al límite la capacidad del centro de acogida local, diseñado originalmente para albergar a solo 400 individuos. Esta situación ha generado tensiones tanto entre los migrantes como entre los residentes de la isla, que se enfrentan a una creciente presión por la falta de recursos y servicios básicos adecuados para manejar esta afluencia masiva.
Ante la crisis, las autoridades italianas han intensificado los esfuerzos para trasladar a los inmigrantes a otras localidades y reducir así la carga sobre Lampedusa. Mientras tanto, el tema ha generado un acalorado debate político en Italia y en la Unión Europea sobre la necesidad de una respuesta conjunta y de políticas más eficaces para gestionar los flujos migratorios. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha instado a una mayor cooperación internacional, señalando que la situación en Lampedusa es insostenible y que se requiere una acción más coordinada para abordar tanto las causas como las consecuencias de la migración masiva.
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