En un testimonio impregnado de nostalgia y recuerdos, se describe la experiencia de asistir a la explanada de la Residencia de Estudiantes, un lugar emblemático de Madrid donde solían llevarse a cabo partidos y entrenamientos infantiles. Con la cúpula del Museo de Ciencias como telón de fondo, este espacio servía no solo como campo de juego, sino como un rincón mágico que transportaba a los asistentes a la atmósfera renacentista de Florencia. La conexión emocional que los visitantes sentían con el lugar iba más allá del deporte, convirtiéndolo en un sitio especial para quienes participaron en actividades allí.
La Residencia de Estudiantes, con su entorno único y su rica historia cultural, ofrecía a los niños no solo un espacio físico para sus deportes, sino también una fuente de inspiración y sueños. Son muchas las generaciones que guardan recuerdos imborrables de su tiempo en la explanada, donde el arte y la ciencia convergían en un entorno propicio para el aprendizaje y la imaginación. La experiencia de estar allí era casi surrealista para sus visitantes, evocando imágenes y sensaciones propias de la Florencia renacentista, un testimonio del impacto duradero que este rincón madrileño ha tenido a lo largo del tiempo.
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