Una intensa tormenta de granizo sorprendió a los madrileños la tarde del miércoles, cuando el clima ya se había alineado para un fenómeno significativo. Según expertos meteorológicos, la atmósfera sobre el centro de la Península se comportaba como una «pistola cargada», lista para liberar una poderosa tormenta que culminó en granizadas, lluvias torrenciales y rachas de viento. Este evento, aunque impactante para muchos, no era inesperado; los modelos climáticos ya advertían sobre la inestabilidad atmosférica, influenciada por una DANA al oeste y una advección cálida en las capas inferiores.
La orografía de la región jugó un papel crucial, actuando como el detonador que facilitó el ascenso del aire y desató la inestabilidad. La combinación de montañas y confluencias de viento permitió la formación de supercélulas, tormentas con estructura interna organizada que generan granizo de considerable tamaño. En algunas áreas de Madrid, el granizo alcanzó dimensiones de 3 a 4 centímetros, mientras que otras localidades en la meseta central enfrentaron fuertes lluvias y vientos, aunque el granizo fue menos severo. Los equipos de emergencias respondieron a numerosas llamadas, destacando una intervención significativa en la M-30, donde un árbol cayó sobre un vehículo.
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