En su retorno a la Casa Blanca, Donald Trump ha firmado una serie de órdenes ejecutivas, entre las que destaca una polémica medida destinada a poner fin a la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos. Si se lleva a cabo, esta regulación impediría que los bebés nacidos en suelo estadounidense de padres migrantes automáticamente adquieran la ciudadanía, lo que representa un cambio significativo en la política migratoria del país. El anuncio ha generado reacciones intensas a nivel nacional, exacerbando el debate sobre los derechos de los migrantes y el futuro de la política de inmigración en el país.
Actualmente, la implementación de esta medida está en suspenso, ya que un recurso presentado por el juez superior de Distrito, John Coughenour, la ha bloqueado temporalmente. No obstante, el presidente ha manifestado su intención de apelar la restricción, lo que sugiere una inminente y prolongada batalla legal. Hasta el momento, 18 estados y múltiples organizaciones activistas han interpuesto demandas para desafiar la medida, presagiando un camino judicial complicado y potencialmente extenso antes de llegar a una resolución definitiva. Esta situación subraya las profundas divisiones existentes en torno a la política migratoria y los derechos de ciudadanía en Estados Unidos.
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