José Luis Mulero Plata, un embalsamador forense de renombre internacional, ha dado un paso audaz hacia el Vaticano al ofrecer sus servicios para el eventual embalsamamiento del Papa Francisco. Recientemente galardonado con la Medalla al Mérito Sanitario Severo Ochoa, Mulero ha presentado su propuesta formal a la Santa Sede, destacando su innovador método de preservación corporal destinado a mantener la dignidad y apariencia estable del pontífice tras su fallecimiento.
El método avanzado que Mulero propone incluye un proceso meticuloso de sustitución de sangre por una solución química a través de una serie de procedimientos que inician con la afloración de arterias principales, como la carótida. Utilizando una cánula que llega hasta el corazón, el sistema introduce la solución manteniendo una presión controlada, mientras la sangre es drenada por la vena yugular. Esta técnica ha sido diseñada para conservar el cuerpo en condiciones óptimas durante un periodo extendido, mitigando los signos visibles de descomposición.
Los compuestos aplicados en este proceso incluyen conservantes para el mantenimiento del tejido, anticoagulantes que aseguran un flujo óptimo, lubricantes para proteger los vasos, humectantes que preservan la célula y correctores de pH que mantienen el equilibrio químico del cuerpo. Esta fórmula está pensada para mantener la integridad del cuerpo incluso bajo condiciones complicadas, como tejidos comprometidos por enfermedades o descomposición avanzada.
Mulero destaca que su objetivo primordial es permitir a los fieles despedirse del Papa en un estado óptimo, evitando alteraciones visibles por el deterioro natural. Además, el proceso propuesto favorecería la organización de ceremonias litúrgicas y estatales posteriores al fallecimiento, conservando la solemne imagen del Sumo Pontífice.
La conservación del cuerpo, según las especificaciones de Mulero, podría extenderse desde algunos días hasta varios meses, dependiendo de las condiciones ambientales y la fórmula aplicada. La planificación incluye la utilización de un ataúd doble, con una estructura interna de zinc, herméticamente sellada, y un exterior de madera, asegurando un entorno respetuoso y solemne durante los actos funerarios.
Se prevé que el entierro tenga lugar entre el cuarto y quinto día después del fallecimiento, proporcionando tiempo suficiente para que dignatarios de Estado, líderes religiosos, y fieles de todo el mundo acudan a rendir homenaje al Papa Francisco en un ambiente controlado y que preserve fielmente su imagen.