La búsqueda del «mal menor» dominó la elección presidencial en Ecuador, donde votantes decidirán entre el actual presidente Daniel Noboa de Acción Democrática Nacional y Luisa González de Revolución Ciudadana, liderada por el exmandatario Rafael Correa. La elección se basa más en evitar el temor que en afinidades políticas claras, con cada candidato generando un tipo diferente de «espanto». González es vista con recelo por miedo a políticas económicas que desdolaricen el país, mientras que Noboa, respaldado por una acaudalada familia, genera desconfianza por su administración caótica y la percepción de utilizar el poder para fines personales. La polarización que marcó la era de Correa sigue ejerciendo una influencia significativa en el electorado.
El rol de grupos indígenas, encabezados por Leónidas Iza de Pachakutik, podría ser decisivo en este escenario repleto de incertidumbres. Su apoyo podría inclinar la balanza, debido a que representan una parte considerable y consolidada del electorado, más centrados en defender sus intereses en un contexto histórico marcado por discriminaciones. Al mismo tiempo, el partido de Noboa se alinea con sectores que abiertamente desconfían de los movimientos indígenas, lo que ha exacerbado tensiones. Mientras empiezan las campañas, ambos candidatos deberán encontrar formas de mitigar los temores del electorado para ganar apoyo, enfrentándose al reto de sanar el «espanto electoral» que se ha convertido en la característica distintiva de esta contienda.
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