El crecimiento exponencial de la inteligencia artificial (IA), el cloud computing y la digitalización está impulsando en Estados Unidos un notable auge en la construcción de centros de datos. Altos cargos del Gobierno lo comparan con «el próximo Proyecto Manhattan». No obstante, esta rápida expansión enfrenta una creciente resistencia social en comunidades de 28 estados, según un informe de Data Center Watch y un análisis de The Epoch Times y ZeroHedge.
Aunque no hay un censo oficial, se estima que en EE. UU. existen entre 2.500 y 5.400 data centers, cifras que superan con creces a las de cualquier otro país, incluida China. A pesar de esta ventaja, los expertos pronostican que la demanda de capacidad podría triplicarse antes de 2028, impulsada por el auge de la inteligencia artificial generativa y nuevas plataformas digitales.
El Departamento de Energía advierte que este crecimiento requerirá una transformación significativa de las redes eléctricas, calificando la adaptación del grid como un desafío «existencial» para mantener el liderazgo tecnológico.
Para 2025, se espera que más de 4.750 nuevos proyectos de data centers comiencen su construcción en EE. UU., casi igualando el número actual de centros en operación. Sin embargo, la expansión se enfrenta a la oposición organizada de comunidades locales preocupadas por el impacto ambiental, social y económico. Data Center Watch señala que al menos 142 grupos locales en 28 estados han sido formados para bloquear o retrasar la aprobación de estos proyectos. Entre 2023 y 2025, se estima que unos 18.000 millones de dólares en proyectos han sido bloqueados, y otros 46.000 millones han enfrentado retrasos.
Una encuesta nacional expone una paradoja: el 93% de los estadounidenses considera vitales los data centers, pero solo el 35% aceptaría su construcción en su comunidad. Las principales objeciones incluyen el elevado consumo eléctrico, gran demanda de agua, ruido y escasos empleos directos.
Además, se critica la falta de transparencia en la concesión de incentivos fiscales, a menudo protegidos por acuerdos de confidencialidad, lo que genera desconfianza y agrava la oposición local. Esto ha llevado a los ciudadanos a exigir más participación en decisiones que afectan su comunidad.
El boom de los data centers, inicialmente concentrado en grandes hubs, se expande ahora a mercados secundarios y terciarios como Ohio, Georgia y Alabama. Aquí, la oposición ha superado líneas partidistas, con demócratas urbanos y republicanos rurales rechazando proyectos percibidos como impuestos «desde fuera».
Pese a la resistencia, la industria de data centers evoluciona rápidamente, adoptando nuevas tecnologías de refrigeración y eficiencia energética. Sin embargo, los retos para asegurar energía renovable, agua y una regulación transparente son enormes.
Estados Unidos lidera el despliegue de infraestructura digital global, pero este auge ha detonado un debate nacional sobre desarrollo, impacto ambiental y el papel de las comunidades. La presión social y la necesidad de equilibrio entre desarrollo tecnológico y sostenibilidad marcarán la agenda de la próxima década en el sector.
El auge de centros de datos simboliza progreso, pero también desafía el modelo de desarrollo urbano, la gestión de recursos y el diálogo entre industria, administraciones y ciudadanía. El desenlace será crucial para determinar la próxima revolución digital en Estados Unidos.
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