Antes de que las investigaciones del Vaticano confirmaran los abusos sexuales de menores y seminaristas, el clérigo Theodore McCarrick llegó a ser una de las figuras más prominentes de la Iglesia Católica en Estados Unidos. Durante su carrera eclesiástica, McCarrick ascendió hasta dirigir la arquidiócesis de Washington, una de las más influyentes del país. Fue nombrado cardenal en el año 2001 por el Papa Juan Pablo II, un reconocimiento que consolidó su poder y prestigio dentro de la comunidad católica internacional. Sin embargo, detrás de esta fachada de respetabilidad, el clérigo ocultaba oscuros secretos que poco a poco comenzaron a salir a la luz y desmoronaron su prominente posición.
La administración del Papa Francisco, conocida por su firme postura contra los abusos en la Iglesia, tomó la drástica decisión de expulsar a McCarrick del colegio de cardenales en 2018, tras hacerse públicas varias acusaciones creíbles en su contra. Este hecho marcó un hito en la historia reciente de la Iglesia Católica, al ser la primera vez que un cardenal era destituido por estos motivos. La expulsión de McCarrick fue vista como una señal del compromiso del Vaticano en abordar con seriedad y transparencia los casos de abuso sexual, buscando curar las profundas heridas que han afectado la credibilidad de la Iglesia ante sus fieles y el mundo.
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