El expresidente boliviano Evo Morales ha mostrado su capacidad de convocatoria al llenar las calles de La Paz con miles de simpatizantes que exigían su inclusión como candidato en las próximas elecciones de agosto. Bajo el lema “para salvar a Bolivia por segunda vez”, la marcha congregó principalmente a campesinos e indígenas, quienes bloquearon el tráfico y llevaron su protesta hasta las cercanías del Tribunal Electoral, donde fueron dispersados por la policía, resultando en varios heridos, incluidos agentes y un periodista. La tensión se intensificó con la detención de un dirigente campesino, culpado junto a los manifestantes, conocidos como “evistas”, de incitar la violencia. Oscar Hassenteufel, presidente del Tribunal, señaló a la prensa que Morales podría inscribirse si tuviera un partido, aunque su participación efectiva en las elecciones está en entredicho debido a una sentencia del Tribunal Constitucional que limita las reelecciones, lo que inhabilitaría al exmandatario.
La situación política se complica por la disputa interna del Movimiento al Socialismo (MAS), ya que Morales, quien lideraba el partido, perdió el control a manos del actual presidente, Luis Arce. Con Arce debilitado políticamente por la crisis económica, el MAS no tiene un candidato claro, mientras que Morales, mejor valorado en encuestas, carece de un partido que lo respalde. Ante esta incertidumbre, Morales ha buscado alianzas con pequeñas organizaciones políticas, aunque aún sin confirmar una afiliación formal. La marcha dejó claro el apoyo popular que el expresidente aún tiene, con manifestantes que prometieron intensificar las movilizaciones si Morales es inhabilitado. Freddy Mamani, dirigente “evista”, advirtió que la exclusión de Morales podría desencadenar un levantamiento popular, poniendo en cuestión la estabilidad de cualquier futuro gobierno sin su participación. Mientras tanto, Morales permanece en el Chapare, evitando un arresto por cargos de abuso, lo que añade más complejidad al escenario preelectoral.
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