La UE lanza nuevas directrices y un sistema común de verificación de edad para menores online. Padres, educadores y expertos advierten: más control no sustituye a una buena educación digital.
La Comisión Europea ha anunciado esta semana un ambicioso paquete de medidas para proteger a los menores en Internet. Bajo el paraguas del Reglamento de Servicios Digitales (DSA), se han publicado nuevas directrices sobre el uso responsable de las plataformas digitales por parte de los más jóvenes y un plan piloto para implantar un sistema de verificación de edad común en toda la Unión Europea.
El objetivo es noble: evitar que los menores accedan a contenidos nocivos o inadecuados, proteger su privacidad y frenar prácticas perjudiciales como el ciberacoso o la exposición a algoritmos adictivos. Pero el método elegido —la verificación obligatoria de edad online— está generando inquietud.
El plan europeo: verificación y control
Las nuevas directrices del DSA proponen que las cuentas infantiles estén configuradas como privadas por defecto, que los sistemas de recomendación escuchen las preferencias explícitas de los menores y que las plataformas eliminen elementos que puedan generar dependencia o ansiedad. También se sugiere una interfaz adaptada a su edad y herramientas de denuncia eficaces.
Pero la gran novedad es el llamado “blueprint de verificación de edad”, que permitirá a los usuarios demostrar que son mayores de edad antes de acceder a ciertos contenidos o servicios. El piloto arrancará en cinco países —España, Dinamarca, Francia, Grecia e Italia— antes de extenderse al resto de Estados miembros.
Privacidad y vigilancia: voces críticas
¿Es realmente seguro verificar la edad de todos los usuarios que navegan por Internet? Organizaciones defensoras de la privacidad como European Digital Rights (EDRi) ya han advertido que estas medidas podrían derivar en una vigilancia masiva, o en el peor de los casos, en una identidad digital obligatoria para navegar, algo que hasta ahora Europa ha rechazado.
“Controlar el acceso no es lo mismo que educar en el uso”, señala la jurista especializada en derechos digitales Laura Fernández. “Si obligamos a cada ciudadano a identificarse para usar la red, el riesgo no es solo para los menores, sino para todos”.
Padres y docentes piden más educación digital
Mientras las autoridades se enfocan en nuevas tecnologías de verificación, muchos educadores y familias consideran que el problema de fondo sigue sin abordarse: la falta de educación digital en los hogares y escuelas.
“No se trata solo de limitar el acceso a contenidos peligrosos, sino de formar a nuestros hijos para que entiendan los riesgos, tomen buenas decisiones y sepan pedir ayuda cuando la necesiten”, explica Marcos Ruiz, orientador educativo en un instituto público de Madrid.
Desde asociaciones de madres y padres hasta colectivos de profesores, se insiste en que debería haber una apuesta más clara por la alfabetización digital, el pensamiento crítico y el acompañamiento responsable, en lugar de delegar la protección de los menores exclusivamente en algoritmos o sistemas automáticos.
¿Hacia un Internet más seguro o más restrictivo?
El dilema está servido: ¿cómo proteger a los menores sin invadir la privacidad de todos? ¿Dónde está la línea entre el cuidado y el control? ¿Y qué papel juega la familia y la escuela frente al creciente poder de las plataformas?
Aunque Bruselas ha asegurado que el sistema de verificación será respetuoso con la privacidad y adaptable por país, las dudas persisten. ¿Será opcional o obligatorio? ¿Quién custodiará esos datos? ¿Podrá usarse con otros fines?
Lo que es evidente es que la infancia digital plantea retos complejos que no se resuelven solo con tecnología. Como recuerda la psicóloga infantil y divulgadora digital Lucía Mena, “si queremos niños seguros, primero tenemos que hacer adultos conscientes”.
Por ahora, los planes de la Comisión siguen adelante. Pero la discusión sobre cómo construir una red más segura, justa y libre para todos está más abierta que nunca. Porque proteger a los menores no solo es tarea de Bruselas, sino de toda la sociedad.
Fuente: Noticias Educación y Noticias Redes Sociales