La reciente edición de la Ryder Cup dejó a Nueva York con una atmósfera de máxima expectación, reuniendo personalidades de la talla de Donald Trump y Michael Jordan entre los espectadores. Estados Unidos, con figuras del golf como Scottie Scheffler y Bryson DeChambeau, esperaba conquistar el majestuoso campo de Bethpage ante una audiencia masiva tanto en directo como televisiva. Sin embargo, el equipo europeo, capitaneado por Luke Donald, demostró su temple al resistir la intensa ofensiva estadounidense, asegurando al menos un empate y reteniendo el trofeo conquistado en Roma hace dos años. Europa nuevamente consolidó su dominio en esta histórica rivalidad, reafirmando su fortaleza en esta competición desde que amplió su participación a jugadores continentales en 1979.
La actuación europea fue destacada por una ventaja nunca antes vista de siete puntos tras las primeras jornadas, un testimonio de las sólidas estrategias y cohesión del equipo. A pesar de la intensa presión ejercida por los estadounidenses en los duelos finales, los europeos lograron mantener su liderazgo y asegurar la victoria. Con un equipo liderado por Donald y los experimentados vicecapitanes Dodo Molinari y José María Olazabal, Europa se afianzó en terreno rival por quinta vez. Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos por unificar su equipo, no pudo revertir el ímpetu europeo en esta emocionante cita del golf mundial.
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